La semana pasada, el miércoles en concreto, me enteré a través de Twitter (las Televisiones salvo Intereconomía y una televisión local Gallega) no daban cuenta de ello, se producía un accidente de tren gravísimo en Santiago de Compostela. A las puertas de la celebración de su día. Durante las primeras horas del accidente, era imposible imaginarnos la gravedad de la situación. Aunque sobre la madrugada, ya estaba claro, que iba a ser el accidente de tren más grave que yo recordaba haber vivido. En seguida surgieron muestras de solidaridad y colaboración de ciudadanos, profesionales, y demás personas que querían dar algo (en forma de servicio, o donación) para ayudar a nuestros conciudadanos.
Según avanzaban las horas, no podía dejar de acordarme de otras situaciones parecidas vividas en nuestro país. Por proximidad y porque estuve allí, no pude dejar de pensar en el 11 M. Y cómo yo, habría personas reviviendo quizás otros sucesos, hubo de hecho otro accidente de tren hace 50 años en la Torre del Bierzo, que yo no viví pero en el que murieron muchísimas personas, de 500 a 800 se calcula.
Con motivo del 11-M, el Colegio de Psicólogos de Madrid, se dedico a revisar los detalles, aquellas cosas que había que mejorar, cambiar y sirvió como aprendizaje para todos. Se elaboró posteriormente una guía de Emergencias y Primeros Auxilios, que comprende las tareas básicas a realizar, además de las técnicas de intervención más útiles.
Ahora se está hablando de las víctimas, y me sorprende como se considera únicamente víctimas a las familias de los fallecidos. En este tipo de situaciones, no se pueden olvidar los efectos psicológicos y traumáticos del resto de personas afectadas, directa o indirectamente.
Además, una compañera de la Asociación EMDR España, residente en Pontevedra, Isabel Aschauer López, nos envió esto, y me parece muy adecuado mencionarlo para describir la situación y el papel del Psicólogo de Emergencias.
"Cuando se produce un evento traumático masivo o catástrofe, hay que valorar y asistir a las víctimas primarias, que son los afectados; las víctimas secundarias, que son sus allegados; las víctimas terciarias, que son los que están implicados en el proceso de rescate y cuidados (policías, bomberos, enfermeros, médicos, etc…) y las víctimas cuaternarias, que somos los testigos a través de las redes sociales (ya sea por la radio, la televisión u otros medios).
Llamamos trauma a la herida emocional que nos queda por un hecho que puede ser grave o menos grave --grave (lo llamamos Trauma de “T” mayúscula: accidente de tren o de avión; incendio; inundación; violación; asalto, etc.) o un hecho menos grave (trauma de “t” minúscula: disgustos cotidianos; dificultades menores.)--
Si no se trata dicho trauma adecuadamente, la persona involucrada padecerá de síntomas lo que se llama stress postraumático: malestar intenso (horror, desesperanza) cambios de humor; sensación de que lo que pasó no se ha acabado; ansiedad; llanto fácil; trastornos del sueño; trastornos alimentarios; irritabilidad; falta de concentración; sueños con pesadillas repetitivas; recuerdos repetitivos que no se pueden controlar, etc.
Todos poseemos un mecanismo biológico para procesar o digerir estos traumas que llamamos PAI: Procesamiento Adaptativo de Información.
Cuando nuestro PAI funciona bien el trauma se procesa en forma fácil y en poco tiempo, como la borra de café es arrastrada por el chorro de agua dejando el desagüe del fregadero limpio de residuos; otras veces tarda más, como si en vez de borra de café, en el fregadero hubiera una hoja de lechuga enrollada taponando el desagüe (va a tardar en destaparse lo que tarde la hoja en ser digerida por su propia descomposición). Todos tenemos la experiencia que hay ciertas heridas emocionales que nos ha costado elaborar, procesar, digerir, a veces días, otras veces, semanas. Pero qué pasaría si en vez de una hoja de lechuga, que al fin y al cabo se va a deshacer, estuviera incrustada una piedra… Pues que habría que llamar al fontanero, que usará herramientas apropiadas, de las que no tenemos generalmente en casa. En el caso de un accidente de tren como el que nos ocupa, la herida emocional es lo más parecida a una piedra que obstruye, y habrá que sacar herramientas especiales.
¿Qué se puede hacer?
CONECTAR: en caso de emergencias, la comunicación con los seres queridos es vital. Llama por él/ella a su familia. Antes de llamar averigua bien el lugar donde está (calle, número; planta; habitación) Averigua bien el número al que vas a llamar para evitar dar malas noticias a gente equivocada (las prisas generan errores).
ESCUCHAR: Permitir expresar el dolor, el llanto. No pretender que “No llores, sé fuerte. No te quejes, podría haber sido peor.”. Es muy dañino. Por lo menos los primeros días prestar el hombro y el oído al dolor, la ansiedad, la angustia, que son como el pus que tiene que salir.
CONTENER: estar disponible un tiempo razonable, para mirar a los ojos, escuchar, preguntar cosas que muestren nuestro interés, como “Ven y cuéntame”; “¿Y luego?”; ¿”Entonces?…”; “¡No me digas!”; “¿Así que lo que pasó fue…?”; y si el otro no quiere hablar, respeta su silencio, simplemente estando a su lado; sonriendo con amabilidad; compartiendo una bebida; tomándole de la mano; prestándole el teléfono si es necesario.
TOCAR, ABRIGAR: el contacto físico es muy saludable; un buen abrazo da muchísima seguridad. Todos sabemos la diferencia del contacto entre una pareja y un par de amigos. No debemos temer ser malentendidos. El respeto es evidente y genera seguridad. Una buena manta puede dar una sensación muy protectora.
"
A todo esto :yo sólo añadiría lo que aparece reflejado en la Guía de Primeros Auxilios del COP, ya que se trata de una ayuda general:
- Garantizar aspectos básicos de mantenimiento.
- Ayudar a dormir.
- Identificar enfermedades físicas.
- Ayudar a reconectar con familia y amigos.
- Ayudar a reorganizar aspectos prácticos, provocados por la situación.
- Facilitar el duelo si ha habido pérdidas.
- Ayudar a controlar reacciones de estrés.
- Ayudar a retomar el funcionamiento cotidiano.
- Entrenar a los cuidadores cercanos (familiares) para que puedan continuar con sus labores de cuidado y observación.
Para realizar todo esto, será necesario la utilización de diferentes técnicas de intervención psicológicas, que han demostrado su utilidad en este tipo de situaciones:
- Técnicas del liberación emocional y desactivación fisiológica: relajación y respiración tapping.
- Desmovilización.
- Descarga, Defusing.
- Activación de planes de actuación.
- Asegurar el apoyo familiar.
Con todas estas actuaciones, ayudaremos a estas personas al menos, a sentir un apoyo, una cercanía, y que las necesidades básicas se vayan cubriendo. Sin tener que añadir más estrés a una situación que ya les sobrepasa por sí misma.
Sólo quiero terminar dando las gracias a Isabel Aschauer, al Colegio de Psicólogos de Madrid que en su día me permitió ayudar. Y por supuesto, transmitir mi sincero dolor a todas las personas que de una u otra manera, se vieron afectadas por este terrible suceso que nos ha afectado a todos.
Un abrazo a Galicia,
Diana Sánchez
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