En los últimos años, debido a mi interés creciente por trabajar con las madres, vengo observando como la depresión post-parto en muchas ocasiones, no está condicionada por factores que hasta ahora me parecían por sí solos suficientes. Me llegan a la consulta mujeres que han tenido un buen embarazo, que tuvieron un parto muy respetado, que disponen de apoyo familiar y que carecen de antecedentes en su historia vital que me ayudasen a entender un poco más. Si bien es cierto, que cuando una madre viene a Psicoterapia, siempre tenemos que realizar un trabajo de crecimiento personal, de aceptación de nuestros propios límites y de nuestra propia imperfección. En este punto, se suele trabajar además de con Psicoterapia, con medicación para poder mejorar la sintomatología, ya que la depresión post-parto debido a su carácter en numerosas ocasiones paralizante, hace que las madres quieran intentarlo todo con tal de poder reponerse para cuidar de sus bebés. Esta parte del trabajo de la Psicóloga perinatal, es una de las áreas en que más a gusto me encuentro, ya que ir viendo como una madre evoluciona, crece, aprende incluso a perdonarse y con todo ello va creando vínculos con su bebé, es altamente gratificante.
Pero además, la investigación está llegando a puntos más que interesantes y me gustaría compartirlo hoy con vosotros. El otro día se publico la siguiente investigación realizada en el Instituto John Hospkins y publicada el 21 de Mayo.
Os paso un resumen del artículo:
"La alteración de 2 genes, detectable con un simple
análisis de sangre durante el embarazo, predijo la enfermedad con una certeza
del 85 por ciento en un pequeño estudio.
Las
modificaciones epigenéticas, que alteran la manera en que los genes funcionan
sin cambiar la secuencia de DNA subyacente, pueden aparentemente ser detectadas
en la sangre de las mujeres embarazadas durante cualquier trimestre, brindando
potencialmente una forma sencilla de predecir la depresión en las semanas
posteriores al parto, y una oportunidad de intervenir antes de que los síntomas
se vuelvan debilitantes.
Los hallazgos de
este pequeño estudio, que involucró a 52 mujeres embarazadas, se describen
online en la revista Molecular Psychiatry.
"La
depresión post-parto puede ser dañina tanto para la madre como para el hijo”,
afirma el director del estudio, el doctor Zachary Kaminsky, y un profesor
asociado de psiquiatría y ciencias del comportamiento de la Escuela
Universitaria de Medicina Johns Hopkins. "Pero no tenemos un método fiable
de analizar la condición antes de que cause daño, y pruebas como ésta podrían
ser la forma óptima".
No está
claro qué causa la depresión post-parto, un estado caracterizado por
persistentes sentimientos de tristeza, desesperanza, agotamiento y ansiedad que
comienza en las cuatro semanas posteriores al nacimiento y puede durar semanas,
varios meses, o hasta un año. Se estima que en torno al 10-18% de todas las
madres primerizas desarrollan la enfermedad, y la ratio asciende hasta el
30-35% entre mujeres previamente diagnósticadas con desórdenes del estado de
ánimo. Los ciéntificos han creído durante mucho tiempo que los síntomas estaban
relacionados con grandes caídas en los niveles de estrógenos de la madre
siguientes al nacimiento, pero los estudios han mostrado que tanto las mujeres
deprimidas como las no deprimidas tenían niveles de estrógenos similares.
Mediante
el estudio de ratas, los investigados del Johns Hopkins sospecharon que los
estrógenos inducen cambios epigenéticos en las células del hipocampo, una parte
del cerebro que gobierna el estado del ánimo. Kaminsky y su equipo crearon
entonces un complejo modelo estadístico para encontrar los genes candidatos que
más probablemente estaban causando estos cambios epigenéticos, que podrían ser
potenciales predictores de la depresión post-parto. Este proceso desembocó en
la identificación de dos genes, conocidos como TTC9B y HP1BP3, sobre los cuales
se conoce poco con seguridad en su relación con la actividad del hipocampo.
Kaminsky
afirma que los genes en cuestión pueden tener algo que ver en la creación de
nuevas células en el hipocampo y la habilidad del cerebro para reorganizar y
adaptarse a nuevos entornos — dos factores importantes en el estado de ánimo.
De alguna manera, afirma, los estrógenos pueden devenir como una suerte de
antidepresivos, así que cuando son inhibidos, esto afecta negativamente en el
estado de ánimo.
Los
investigadores confirmaron más tarde sus hallazgos en humanos buscando cambios
epigenéticos en miles de genes a través de muestras de sangre en 52 mujeres
embarazadas con trastornos del estado de ánimo. Jeniffer L. Payne, M.D,
directora del Centro Johns Hopkins para Mujeres con Trastornos del Estado de
Ánimo, recogió las muestras de sangre. Las mujeres recibieron seguimiento tanto
durante como después del embarazo para analizar quién desarrollaba depresión
post-parto.
Los
investigadores se dieron cuenta de que las mujeres que desarrollaron depresión
post-parto mostraron cambios epigenéticos más fuertes en aquellos genes que más
reaccionaban ante los estrógenos, sugiriendo que estas mujeres son más
sensibles a los efectos de esta hormona. Específicamente, dos genes fueron los
que más altamente correlacionaron con el desarrollo de depresión post-parto. El
TTC9B y HP1BP3 predijo con un 85% de certeza qué mujeres se pusieron enfermas.
"Nos
quedamos bastante sorprendidos de lo bien que correlacionaban los genes con la
depresión post-parto” –dijo Kaminsky. “Con más investigación, ésta podría
revelarse como una potente herramienta”.
Kaminsky
afirmó que el próximo paso en la investigación sería recoger muestras de sangre
de un mayor grupo de mujeres embarazadas y hacerles seguimiento durante un
periodo de tiempo mayor. También dijo que sería de utilidad examinar si los
mismos cambios epigenéticos están presentes en los hijos de las mujeres que
desarrollan depresión post-parto.
La
evidencia sugiere que la identificación temprana y tratamiento de la depresión
post-parto puede limitar o prevenir los efectos debilitantes. Alertar a las
mujeres de los factores de riesgo de esta condición —así como determinar si
tenían un historial previo del trastorno, otras enfermedades mentales y estrés
inusual — es la clave para prevenir problemas a largo plazo.
La
investigación también revela, dice Kaminsky, que la depresión post-parto no
solo afecta a la salud y seguridad de la madre, sino también a la salud mental,
física y comportamental de sus hijos.
Kaminsky
afirma que si su trabajo preliminar sale bien, espera que un test de sangre
para los biomarcadores epigenéticos podría ser añadido a la batería de pruebas
que reciben las mujeres durante el embarazo, e informa sobre las decisiones en
torno al uso de antidepresivos durante el embarazo.
Existe la
preocupación, afirma, acerca de los efectos de estas drogas sobre el feto, y
que su uso debe valorarse considerando las consecuencias potencialmente
debilitantes tanto para la madre como sus hijos en el caso de no aplicarse.
"Si
sabes que es probable que puedas desarrollar una depresión post-parto, tus
decisiones acerca de cómo cuidarte se pueden tomar con mucha más claridad” –afirma."
Para más información: http://psychiatry.igm.jhmi.edu/kaminsky/"
Esto es lo que dice el estudio, debo decir, que a mí una noticia como esta, no sé si me alegra o no. Ya que de nuevo, tenemos que añadir una presión más a las embarazadas. Aunque considero que en sí mismo, disponer de esta información puede resultar beneficioso, si no se suman a la batería de pruebas actuales. Es una herramienta que espero que sea utilizada si se considera necesario de forma racional.
Diana Sánchez
www.dianasanchezsanchez.com
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