La teoría del vínculo o Attachment (en inglés) fue propuesta por Bowlby y Ainsworth en la década de los 50. En 1954, Bowlby, a partir de sus investigaciones, recomienda en su informe para la OMS que... “Es esencial para la salud mental que el bebé y el niño pequeño tengan una relación íntima, cálida y continua con su madre en la que los dos encuentren alegría y satisfacción”(1)... Esta relación íntima ... “propicia la humanización del niño”. (2)
Mucho ha llovido desde entonces, pero no sé si por efecto de la incorporación masiva de la mujer al trabajo, o porque nos hemos ido olvidando de las cosas que nos resultaban “inconvenientes” a la familia de hoy en día, nadie apenas habla de ello, ni siquiera en los colegios, facultades de educación o psicología es mencionado con la importancia que merece. De hecho, yo ahora recuerdo que durante la carrera de psicología, a Bowlby solo lo nombró una profesora en 2º de carrera (corría el año 1993) en una asignatura, y desde entonces, nunca más se supo. Entonces, para mí pasó sin pena ni gloria, siendo hace unos dos años que vuelve de nuevo a mí por inminente cambio vital, voy a ser madre. Ahora me pregunto, ¿por qué? Esto me hizo buscar, leer, investigar...recogiendo lo que os muestro a continuación.
A las teorías de Bowlby y Ainsworth se han venido sumando los resultados de varias investigaciones, y todas llegan a demostrar hasta qué punto el ambiente, junto a los cuidados recibidos en la primera infancia, marca el desarrollo del niño, afectando a sus logros posteriores, así como a sus oportunidades futuras. Por todo esto, se sabe hoy que la calidad de los vínculos que establezca el niño con las personas que suministran sus cuidados, ya sean padres, otros miembros de la familia o comunidad, o cuidadores profesionales, son de vital importancia.
Las relaciones de apego son los vínculos afectivos que los niños establecen con sus padres, y otros cuidadores clave. Dichas relaciones, como ya hemos dicho, son cruciales para el bienestar del niño y para su desarrollo emocional y social.
La teoría de Bowlby fue la primera en proponer una clara explicación del porqué de la vital importancia de estas relaciones para el desarrollo posterior del niño.
Cuando el adulto proporciona respuestas apropiadas, uniformes y sensibles, el niño/a a su vez aprende a responder al adulto, y de esta manera se establece un “diálogo” entre los dos. Con esta relación segura, los niños/as son libres para expandir activamente sus energías en la exploración y dominio de su mundo. El vínculo se demuestra en el niño/a porque tiene preferencia por una persona (quien lo cuida) y se altera cuando esta persona no está presente.
Inicialmente, los autores de la teoría propusieron que el vínculo se instauraba inmediatamente después del nacimiento, pero estudios posteriores evidenciaron que esta interrelación empieza desde mucho antes.
Los investigadores describen las relaciones de apego y las clasifican en “SEGURAS”, “INSEGURAS” o “DESORDENADAS”.
SEGURAS: Son niños que utilizan a sus padres, o persona con la que han establecido una relación positiva de apego, como base segura desde la que explorar el entorno. Si ocurre que entren en ambientes desconocidos o encuentros con extraños, estos niños detienen sus exploraciones y regresan a sus padres, al menos por un tiempo. Si los padres por algún motivo no están, llorarán y los buscarán, y tras su regreso se sentirán seguros restableciendo la interacción con los padres, o buscando mimos.
INSEGURAS: Niños que no demuestran una inclinación o capacidad de utilizar a sus padres como base segura de exploración del ambiente y que se sienten afligidos por una separación de sus padres, pero a su regreso se muestran ambivalentes, buscando su contacto, pero mostrando también ira hacia ellos.
DESORDENADAS: Estos niños muestran modelos de conducta contradictorios, ejecutan movimientos incompletos y parecen mostrar aprensión o confusión al regreso de sus padres.
Por lo tanto, un niño con un apego seguro, tendrá a sus padres como fuente segura y base de exploración, mientras que los inseguros y desordenados no tienen unas expectativas constantes en cuanto a la capacidad de las figuras con las cuales han establecido relación de ayudarlos a resolver los conflictos emocionales.
En la mayoría de los niños, los padres son las figuras de apego principales, aunque luego se establezcan jerarquías dentro de estas figuras. Así, será normalmente la madre quien ocupe una posición más alta. Estas preferencias son muy claras cuando los niños son más bebes, ya que eligen a su madre cuando tienen sueño, hambre, o están enfermos, y suelen acudir a ellas como figura preferente.
La importancia de las relaciones de apego con otras personas del círculo del niño no fue tenida en cuenta al principio, ya que los investigadores eran en su mayoría europeos o norteamericanos, y conocían y estudiaban esas sociedades (estilo de vida organizado y en núcleos urbanos aislados). Esta situación difiere muchísimo de los estilos de vida puestos en práctica por la humanidad, tanto desde el punto de vista histórico como transcultural(4). Incluso en el “ambiente de idoneidad evolutiva” mencionado por Bowlby, los niños y madres están circundados e inmersos en grupos sociales complejos, compuestos principalmente por parientes, que desempeñan un papel decisivo en el cuidado, la protección, la socialización, la enseñanza y alimentación de niños y jóvenes(5).
Van Ijzendoorn y otros (6), comentan: “...Desde un punto de vista evolutivo, los descendientes de la especie humana están preparados para formar parte de una red de relaciones de apego de la cual obtienen protección y seguridad. Puede suceder que las madres humanas sean seleccionadas evolutivamente para compartir la carga de cuidar a sus hijos con cuidadores alternativos vinculados biológicamente como el padre, los hermanos mayores o los abuelos.
Esto nos demuestra que el apego, siendo algo universal, depende también del ambiente, de cada cultura y se va adaptando a los cambios de las sociedades como algo natural.
Tan importante es el apego en el ámbito familiar, como el suministrado por otras personas.
Son muchos los niños que desde su más tierna infancia, reciben los cuidados de otras personas diferentes a sus padres durante muchas horas y muchos días a la semana antes de ir a la escuela. Las investigaciones de largo alcance en torno a las consecuencias de dicho tipo de crianza en el desarrollo del niño se refieren a dos hechos importantes: cuando la calidad del cuidado no parental es alta, el desarrollo cognitivo de los niños se acelera; cuando es baja sucede lo contrario. Pero ojo, que cuidado de calidad no es equivalente a cuidado profesional, cuidado de alta calidad es un cuidado atento, sensible, cariñoso y estimulante.
Por lo tanto es difícil que cuidadores/as poco motivados, con un sueldo insuficiente y con demasiados niños a atender, suministren un cuidado de alta calidad.
La cantidad de cuidados, sobre todo en los grupos es importante. Los niños que durante mucho tiempo (y esto es más de 30 horas a la semana) reciben cuidado en grupos antes de ir a la escuela tienen mayores probabilidades de volverse agresivos y desobedientes.
Un cuidador/a sensible y capaz de reaccionar oportunamente es aquel que ve el mundo desde la perspectiva del niño y procura satisfacer sus necesidades antes que las suyas propias. (7)
También Mary Ainsworth (8) habló de las cualidades de un cuidador/a sensible: “capacidad de la madre para responder e interpretar exactamente las señales y comunicaciones implícitas en el comportamiento de su hijo y, una vez adquirida dicha comprensión, brindar una respuesta pronta y apropiada”. Otros autores añaden a este concepto de sensibilidad el concepto de “estar con la mente en la mente”, es decir tener la capacidad de pensar en lo que el niño piensa y siente (9) como factor importante del cuidador/a.
Si bien Bowlby como hemos dicho creía que la relación o el establecimiento de un vínculo seguro y sano, es condición para un correcto desarrollo del niño, no opinaba que tuviera que ser obligatoriamente con una sola persona (monotropía) la única o mejor manera, llegando a la conclusión de que el cuidado continuo suministrado por los padres biológicos no es algo sacrosanto, sino que puede ser igualmente satisfactorio si es suministrado por otras personas de forma estable y segura. De hecho, él sostenía que el tener un abanico amplio de relaciones de apego con diferentes personas, prepararía mejor al niño para establecer en el futuro amplias relaciones sociales.
Queda mucho por hacer, pero al menos, si sabemos cuán importante es para nuestros hijos, quién, cómo, y durante cuánto tiempo cuidan a nuestros hijos, estaremos contribuyendo a un futuro mejor para ellos y para el mundo.
Diana Sánchez
Psicoterapeuta, Psicóloga Social Col. M-17416
www.dianasanchezsanchez.com
www.dianasanchezsanchez.com
(1) Garelli, Juan Carlos y Montouri, Eliana. “Separaciones Tempranas”. En: Archivos
Argentinos de Pediatría: vol. 96, No.- 2, p. 122-5, abr, 1998.
(2)- Op. Cit 6, p. 353 González, René. “Desarrollo Psicosocial; perspectives vigentes”. En: Cusminsky, Marcos; Moreno, Elsa y Suárez, Elbio. Crecimiento y desarrollo. Hechos y Tendencias. Publicación científica No.- 510. Washington D.C.: Organización Mundial de la Salud. Organización Panamericana de la Salud, 1988. p. 351.
(3) Op. Cit 81 Garelli, Juan Carlos y Montouri, Eliana. “Separaciones Tempranas”. En: Archivos Argentinos de Pediatría: vol. 96, No.- 2, p. 122-5, abr, 1998.
(4) Parke, R., Dennis, J., Morris, K.L., Killian, C., McDowell, J.D., Wild, M. “Fathering and children´s peer relationships” en Lamb, M.E. The role of the father in child development.4ª Edición, New York, 2004.
(5) Hrdy, S.E. “Mothers and others” , Natural history. Vol. 101. Págs. 50-64. 2001.
(6) Van Ijzendoorn and cols.2007. “Attachment across diverse sociocultural contexts: the limits of universality” en Rubin, K.(ed) Parent beliefs, parenting and child development in cross cultural perspective. Londres, Psychology press.
(7) Belsky, J. (1999). Modern evolutionary theory and patterns of attachment” en Cassidy, J. Y Shaver, P.R. (Eds), Handbook of attachment: Theory, research and clinical applications. New York, Guilford.
(8) Ainsworth, M. D,s, (1969) Maternal sensitive scales. Baltimore, Maryland, John Hospkins University.
(9) Meins, E., Fernihough, C., Fradley, E., Tuckey, M.(2001) “Rethinking maternal sensitivity: mother´s comments on infants´ mental processes predict security of attachment at 12 months”, Journal of child Psychology and Psychiatry, vol, 42, pags. 637-48.
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