Este año acudí a un Congreso titulado "El orgasmo femenino". El título era más que sugerente, pero tenía claro que no iba a ser todo lo excitante que la mayoría de personas le atribuían. Y así fue.
No obstante, me puse al día y recordé ciertos temas que creía olvidados.
Nos enseñaron las últimas investigaciones del equipo de Barry Komisaruk, que algunas de ellas creo que son más que interesantes, y seguro que os parecen como a mí, además de útiles muy divertidas.
Para empezar, hay una pregunta que aunque parece que todos podemos tener la respuesta, no es tan obvia. ¿Qué es un orgasmo? El significado de la palabra griega orgasmos es "hincharse de humedad, estar excitado o deseoso". Hay múltiples definiciones, lo que nos lleva a plantearnos en más de una ocasión si será común la experiencia del orgasmo en hombres y mujeres. Difícil tarea, ya que es difícil describir el placer con otra persona, y las comparaciones no parecen tener sentido. Pero ya en 1976 se llevo a cabo un estudio por Vance y Wagner, que propusieron a un grupo de estudiantes que describieran por escrito sus orgasmos. Después un jurado compuesto por ginecólogos, psicólogos, y estudiantes de Medicina debían adivinar si las descripciones las habían hecho hombres o mujeres (previamente se habían sustituido los términos específicos de cada género por términos neutros (genitales, en lugar de pene o vagina). Pues los investigadores concluyeron que los jueces eran incapaces de distinguir el sexo de una persona por la descripción escrita de su orgasmo. Esto me pareció muy interesante.
Una de las explicaciones a por qué razones hombres y mujeres experimentan sensaciones muy similares tiene que ver con dos de las principales zonas corporales relacionadas con él: el pene y el clítoris en nuestro cuerpo son homólogas, es decir ambas se originan desde el mismo tejido durante el desarrollo embrionario. Además, ambos permanecen unidos al cerebro y a la médula espinal mediante la misma vía nerviosa, el nervio pudendo.
No obstante, otra de las conclusiones interesantes es que, a pesar de este mismo origen, los orgasmos no se parecen en nada. Ni unos de otros, entre la misma persona, o personas diferentes. En el caso de la mujer, la calidad del orgasmo va a depender de muchos factores. Depende por ejemplo de dónde tiene lugar la estimulación (cérvix, vagina o el clítoris). Estas zonas pueden por sí solas generar orgasmos, o bien de forma acompañada, produciendo un efecto aditivo, es decir sumatorio. Esto provoca un orgasmo más general, lo que en el libro llaman un orgasmo global.
Además, como sabemos, existen las zonas erógenas, que son zonas que sorprende porque son diversas y variadas según cada persona, y la estimulación de dichas zonas también puede determinar la intensidad de los orgasmos. Que no sólo dependen de la estimulación sensorial, sino también de factores cognitivos, psicológicos e incluso fisiológicos.
Resulta también interesante lo encontrado sobre la respuesta sexual infantil. Si bien la mayoría de la gente refiere experimentar orgasmos entre los 10 y los 15 años, existe desde hace cierto tiempo una polémica en torno a este tema; ya que tanto psicólogos y antropólogos llevan desde la segunda mitad del Siglo XX vienen describiendo una amplitud de respuestas sexuales en niños, incluida la del orgasmo. Recientemente se ha encontrado que la red nerviosa necesaria para estas respuestas sexuales existe y es funcional desde la primera infancia, e incluso el feto ya experimenta erecciones dentro del útero. La diferencia parece erradicar en que no se produce eyaculación, ya que para esto sí que es necesario el desarrollo neuroendocrino necesario para la producción de andrógenos (testosterona). El tema de la eyaculación y la erección es algo evidente en los hombres, pero ¿qué ocurre con el orgasmo femenino? ¿está presente también en las niñas? Seguramente sí, pero es claro que existen razones éticas por las que dicho tipo de investigaciones no son llevadas a cabo, ni creo que sean necesarias. Para mí es más que suficiente aceptar que el mismo hecho ocurre en las niñas, sólo que no es evidente ni contrastable. Pero no por ello carece de identidad.
La ciencia nos va acercando más y más a un fenómeno que hasta hace muy poco ha sido infravalorado. El orgasmo femenino ha sido un hecho que incluso se ocultaba, porque culturalmente no era aceptable que una mujer disfrutase con el sexo, ya que el sexo no iba más allá de la función reproductora. En cambio, somos las mujeres seres sexuados desde que nacemos, y por lo tanto, la sexualidad femenina existe, está ahí, hecho que no podemos obviar con nuestras niñas.
Aún la ciencia no ha encontrado cuál es la función evolutiva que cumple el orgasmo de la mujer, ya que realmente no es algo necesario para la reproducción. Parecen existir hipótesis que hablan de que durante el orgasmo, las contracciones uterinas ayudan y acercan a los espermatozoides en su camino. Pero también está claro que no es algo necesario ni universal.
La ciencia del orgasmo sigue siendo una incógnita, y en esta seria de artículos, os iré desgranando poco a poco algunos de sus misterios.
Aún la ciencia no ha encontrado cuál es la función evolutiva que cumple el orgasmo de la mujer, ya que realmente no es algo necesario para la reproducción. Parecen existir hipótesis que hablan de que durante el orgasmo, las contracciones uterinas ayudan y acercan a los espermatozoides en su camino. Pero también está claro que no es algo necesario ni universal.
La ciencia del orgasmo sigue siendo una incógnita, y en esta seria de artículos, os iré desgranando poco a poco algunos de sus misterios.
Diana Sánchez Sánchez
Psicóloga y Sexóloga
www.dianasanchezsanchez.com