Los abusos sexuales infantiles es un tema que, como poco, levanta ampollas. Cuando leemos que 1 de cada 5 niño/as en Europa sufre algún tipo de Violencia Sexual (Campaña One in five, 2010) , realmente son datos muy preocupantes, y en las noticias no dejan de asaltarnos con detenciones de pederastas que además han tenido acceso de forma habitual a niños debido a su trabajo y ocupación.
Esto no deja de ocurrir en niveles sociales altos, o poblaciones con un nivel cultural y académico elevado, lo que demuestra que el abuso sexual infantil no entiende de nivel económico ni de formación. Y tampoco la detección de los abusos parece ser algo sencillo, ya que en más de una ocasión, cuando conoces a la familia, te parece prácticamente imposible que no se hayan dado cuenta, pero es un suceso al que nos resistimos incluso a mencionar, y quizás por este mismo motivo es tan difícil de detectar.
Algo falla cuando no somos capaces de escuchar los gritos ahogados de estos niños que están sufriendo abusos , A veces no son descubiertos y, en otras ocasiones, se descubren gracias a la aparición de material pederasta que se puede rastrear hasta llegar al origen, o bien un niño logra contar lo sucedido, y sus padres tienen el valor y la fuerza de denunciar. De esto hablaré más adelante en otro artículo.
Muchas veces, cuando en la consulta de Psicología descubrimos / descubren los pacientes que han sido víctimas de abusos sexuales en su infancia, el proceso se torna liberador, catártico, a pesar del sufrimiento que suele llevar añadido. Pero no por ello carece de dificultad su tratamiento porque, además, suele ser común en estos pacientes, el hecho de que no acuden por este motivo, sino que surge en la Psicoterapia, como algo que estaba ahí, que además no se había querido apenas levantar, porque nos da la sensación que lo que no nombramos no existe. Sin embargo, desde las diferentes teorías psicológicas sabemos que esto no es así, lo que no se nombra sí existe, aunque quizás aparezca de forma soslayada con la cara de un trastorno psicosomático, o trastorno del estado de ánimo (depresión, ansiedad, etc). Es decir, el abuso sexual no suele ser motivo principal de consulta, el motivo de consulta es otro, “ajeno” a los sucesos ocurridos.
Durante estos procesos psicoterapéuticos, el trabajo del psicólogo se torna laborioso, compañeras mías lo definen como “trabajo de chinos”, porque hay que seguir adelante, pero con cuidado, punto por punto, centímetro a centímetro, sin levantar bruscamente la herida porque, si no, sabemos que se puede producir una retraumatización secundaria, con procesos de disociación en algunos casos, o agravamiento de la sintomatología en otros.
Estos tratamientos requieren de una formación específica pero, sobre todo, de una empatía y conocimiento de la pisque humana, capaz de respetar el ritmo de reprocesamiento de las/los pacientes, que quizás habían dejado enterrado el suceso, pero que, ahora, su mente les ha permitido adentrarse en ello, para quizás poder ponerle el marco necesario para comprender, procesar y seguir viviendo con los recursos adquiridos durante su vida, y los recursos generados durante la Psicoterapia.
Por este motivo, me parece fundamental advertir sobre el peligro de indagar en estos sucesos sin tener el soporte de una formación sólida en psicoterapia y psicopatología. Existen en España profesionales de la Psicología especializados, o fundaciones de ayuda a los que derivar a estos pacientes si no disponemos de las herramientas necesarias, o nos encontramos con que un familiar, amiga/o, conocida/o ha sido víctima de un abuso sexual en la infancia. En España la labor de la Fundación Vicky Bernadet , CAVAS , ASPASI son un ejemplo de ello.
Y también existen profesionales anónimos que ejercen su trabajo de forma muy profesional, pero recomiendo siempre que, a la hora de buscar tratamiento especializado miremos: 1. Licenciatura en Psicología o Psiquiatría. 2. Si pertenece a un Colegio Profesional (esto es garantía de cumplir el requisito anterior). 3. Formación en Psicoterapia. 4. Formación Especializada en Trauma. 5. Formación en Abusos Sexuales.
Permanezcamos atentos a nuestros niños, a los niños de los otros, desde una posición de observación y cautela.
Diana Sánchez
Psicóloga M-17416
www.dianasanchezsanchez.com